El jueves 13 de septiembre llegó mi primera clase, la tan ansiada y
mentada clase de subculturas para la cual había preparado un afiche como
soporte para explicar teoría, luego vimos un video que bajé de youtube y a
continuación, en grupo, los chicos debían realizar una guía. Aunque era la primer clase y estaba muy nerviosa me
sentí contenta con lo que estaba haciendo y muy satisfecha con la actitud de
los chicos: participaron, opinaron, hicieron las actividades, me sentí muy
acompañada por ellos. La segunda clase sólo fue de cuarenta minutos, los
alumnos continuaron haciendo la guía; en este encuentro me sentí mucho más
relajada. En la tercera clase me fue a observar la Prof. Luciana, lo cual me
puso muy nerviosa. Ese día pusimos en común las respuestas de las guías, sentí
que la clase iba muy rápido y les di una actividad alternativa para completar
la hora, esa actividad les llevó mucho tiempo y lo que tenía pensado hacer al
fin no lo pude concretar, lo cual me frustró bastante. Además, me di cuenta que
los chicos se cansaron de resolver guías, por lo que para la próxima clase, que
era al día siguiente, me quede hasta las dos de la mañana armando una nueva
actividad para que ellos se entusiasmen; tal actividad consistía en identificar en tres imágenes cuáles eran grupos y porqué, además si se
podía observar algún líder y qué tipo de liderazgo era. Previo a esto, les
repartí unas fotocopias donde se
explicaba qué era un grupo, grupos de aprendizaje y tipos de liderazgo, segundo y último tema que yo iba a trabajar.
Ellos la leyeron, la charlamos, les quité algunas dudas y luego hicieron la
actividad de las imágenes, con la cual creo que se engancharon. En las próximas
dos clases vimos la película La Ola, los chicos quedaron muy compenetrados,
luego resolvieron individualmente una guía sobre la película en relación al
tema de grupos. Para la última
clase había pensado un debate de
cuarenta minutos acerca de la película y
luego mi despedida, pero los chicos estuvieron tan atrapados con el tema que el
debate se extendió y duro ochenta minutos, por lo que tuve que terminar mi
práctica la clase siguiente. Me sorprendió, porque yo pensé que se iban a
interesar mucho más con subculturas que con grupo y pasó todo lo contrario. En
la última clase, de cuarenta minutos, como actividad de evaluación para mí
debieron: en una hoja en blanco y a través de imágenes volcar lo que sintieron
con mí práctica y explicarlo; no sólo que lo hicieron con buen gusto sino
que las devoluciones fueron preciosas.
Para finalizar les entregué un poema, caramelos, les dije unas palabras, ellos
no querían que yo me fuera.
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